Sobre la casualidad

Hay muchos tipos de casualidad. En lo personal odio esas casualidades en las que la persona que entró antes que tu al baño se acabó el papel.
Pero me encanta el tipo de casualidad que hace que voltees en el momento justo en el que algo divertido está sucediendo.

Dos amibas amigas.

"A lo mejor el mundo que nos rodea, los ríos, las montañas, los valles, los grandísimos canales, el cielo, no son tan grandes como los vemos; a lo mejor este mundo es muy pequeñito y todos los que vivimos aquí no somos más que unos bichitos diminutos que estamos adentro de otro bicho más grande, y ese otro bicho está en otro más grande"

Frangmento de texto de Gonzalo Celorio.


Recuerdo haber leído eso una vez y salir a mirar el cielo. Que nunca antes me había parecido tan inmenso.

Ayer desempolvé el cajón de los recuerdos, que no es un cajón propiamente, es más como la esquina del librero, donde hay una caja con bocetos, posters, cuadernos, escritos.
Fue el día de la nostalgia, después de ojear por largo tiempo los posters que había hecho en mis primeros meses de escuela, no pude dejar de pensár en lo mala que era.

-¿Qué demonios es esto?
-¿En que estaba pensando?

Así pasaron horas de autocrítica, y ahí lo encontré.

El clasico cuadernito de recuerdos de secundaria. Color rosa, todo cursi. De esos de hello kitty con pasta dura y hojas ilustradas, del mismo rosa pastel, que ahora me resulta poco soportable.
Yo y mis cursilerias pre adolescentes.
Lo abrí y leí los recuerdos que me escribieron muchos de mis compañeros, incluso algunos a los que llegué a llamar amigos.

Recuerdos, de aquellos primeros besos y de escapes de clase suicidas. De los prefectos que hacían que me despintara las uñas y me recogiera el cabello. De las risas provocadas por el payaso de la clase, de tareas prolongadas hasta la noche, con pedazos de pizza amenizados por los Red Hot Chilli Pepers, O las claves de tomb rader.

Recordé mi lapicera de aluminio, que sonaba cada que caminaba. Y a las otras niñas que rellenaban sus brasieres en el baño con papel higienico.
Los letreros que rezaban que cierta fulana del 3° D era una puta, o de lo mal que se veía alguien en falda.
Todo siguió rondando mi mente, por algun par de horas, hasta que volví a cerrar mi libreta rosa, llena de letras escritas con lapiceros de colores.

Y eso que he dejado de ser cursi.

Quejadome de la vida

No es raro en mi que me la pase quejandome todo el tiempo, no se si sea defecto o virtud pero tiendo a decir las cosas que me molestan, todo el tiempo.
Y cuando recién entro a la escuela, es cuando se levanta la oleada de quejas.

Y es que no es sabido por muchos, pero en este país en el que la educación privada es un negocio bastante redituable y la educación pública es insuficiente, me vi en la necesidad de estudiar en universidad privada, y peor aún. Universidad religiosa. En la que si llevo escote me arman un escándalo alegando que se me meterá el demonio por las anginas, y acusandome de despertar bajas pasiones.
En la que si expresas individualismo te encierran en una jaula hasta que se te pase.

Creo que este semestre toda la ineptitud de esa gente ha llegado al límite y la gente como yo, que no es tan tolerante con las medidas inquisitorias que se llevan a cabo, se queja.
Y es que además de ser quejona por naturaleza, quejarme es lo unico que me queda si quiero salir lo mas pronto posible de ahi.

La verdad es que mi punk interno se alborotó el dia de hoy y tiene hambre de anarquía, generalmente lo mantengo tranquilo con musica subversiva y slam en los tokines, pero tiene rato que no voy a uno, y se pone a patear mis entrañas.
Y es que todavía no se me pasa la adolescencia por completo, y quizás nunca se me pasará, y es que eso de crecer no funciona para todos.